Hace 5 días llegamos a la Ciudad de México, la ciudad más grande de Latinoamérica, con mi familia y mi vida entera empacada en una maleta, llenos de esperanza y con ganas de vivir la experiencia de estar juntos en un lugar diferente al que nacimos.
Ahora vivimos en departamento pequeño, la mitad de tamaño de la casa que teníamos allá, sin patio y con poca luz, puede sonar deprimente al principio pero para nosotros es maravilloso. Casi no tenemos muebles por lo que hay más espacio para que la bebé juegue y menos cosas que limpiar, en menos de media hora termino todo lo que tengo que hacer y el resto del tiempo es para cuidar a la niña y hacer mis cosas.
Pero no todo es tan maravilloso, un día antes de venir a Emma le empezó a subir la temperatura y cuando llegamos aquí era evidente que estaba enferma, empezó a vomitar todo lo que comía y la fiebre no bajaba. En la madrugada decidimos llevarla a un hospital, pero nos daba mucho miedo salir y no encontramos teléfonos de taxis, así que con todo el temor del mundo nos lanzamos a las calles donde conseguimos que un señor muy amable nos llevara al hospital más cercano, un materno-infantil.
Llegamos y nos pasaron de inmediato, para mi sorpresa, la sala de espera para el filtro de urgencias estaba por dentro y teníamos que esperar turno después de 6 mujeres en labor de parto. Pasó media hora y después de escuchar a las futuras mamás quejarse de los dolores, se llevaron a una de ellas que casi tenía al bebé en las sillas. Emma seguía ardiendo en fiebre y nadie le había puesto un termómetro para revisarla. Decidí ser valiente y preguntar si no había un baño o algo para bañarla, el recepcionista un poco apático fue a preguntar a uno de los doctores quien me dijo que no podría atenderme porque tenían muchas pacientes. O sea que si no hubiera preguntado, jamás me lo hubieran dicho.
Nos salimos y agarramos otro taxi hacia un hospital pediátrico, donde para nuestra suerte había menos de 10 niños esperando y en menos de una hora estábamos adentro con un paño de agua fría en la cabeza de la bebé. Le inyectaron medicamento y la tuvieron en seguimiento por tres horas. Los pediatras a cargo fueron muy amables y atentos, cosa que no me esperaba para esta ciudad de la que se dice mucho, sobretodo porque es un hospital público.
A las 4am, por fin nos dieron en alta y lo único que pensaba en ese momento era “Bievenidos al DF”, vaya recibimiento!
No sé donde están las cosas, me dicen que hay supermercados cerca pero están a 30 min en transporte público, eso no es cerca, en mi ciudad, en ese tiempo podía llegar al otro lado, pero bueno, creo que soy una mamá pueblerina en el DF, que se aferra a su vida de antes y que a pesar de querer ser aventurera, extraña que la niña pueda jugar en la banqueta con otros niños o llegar en 10 minutos al centro, o simplemente comer tortillas de harina, porque las de aquí señoras y señores, no lo son.
Por lo pronto nos vamos adaptando, no me malentiendan, me gusta esta ciudad, hay mucho que ver y hacer, pero me han dicho tantas cosas sobre la inseguridad, secuestros, violaciones y robos, que aún me da temor salir a la calle sola con la bebé.
A ver mamis que viven en grandes ciudades, me dan algún consejo para sobrevivir como madre pueblerina en la Ciudad de México?
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AYERIM dice
Isis, ¡te entiendo! Yo llevó año y medio viviendo en esta gran ciudad. Y la verdad es que pase mucho tiempo sin salir más que al súper (que esta a dos cuadras de mi casa), y los fines de semana, que salía con mi marido y el nos llevaba (mi ventaja es que el es de aquí). Poco a poco fui aventurandome a ir en el auto a lugares cercanos.
A penas estoy aprendiendo a andar en transporte público. Aún prefiero estar en casa entre semana y disfrutar de la ciudad los fines con mi marido.
Cuando quieras, podemos salir juntas!!
Madre Exilio dice
Hola Isis, pues el mejor consejo es no tener miedo. El miedo atrae cosas malas. Como sabes yo viví en el DF y ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Yo soy de capital, y al ser de Caracas es difícil que me diera miedo el DF, pero de todas maneras, mi mejor aliado ha sido siempre tener mente positiva e ir siempre con los ojos bien abiertos. ¡Ánimo y mucha suerte!
Ana Resendiz dice
Hola Isis, yo que te puedo platicar, toda mi vida he estado aquí pero te garantizo que la ciudad no es lo único peligroso, hay muchos más lugares que lo son y yo solo por experiencia puedo decirte, no tengas miedo,sal siempre con los ojos super abiertos y alerta de cualquier cosa, no te acerques a lugares oscuros,trata de no contar tu vida a nadie, me refiero a la personal con los vecinos o algo así, y siempre mira las placas del taxi al que te subes, no les digas que no eres de aquí. Hay cosas bellas y la vida es super activa laboralmente hablando porque somos flojas para algunas cosas, pero te va a encantar todo lo que puedes encontrar. Si necesitas guía aquí estaré. Un abrazo.
Mamá y maestra dice
Muchas gracias por los tips Ana!
Mamá y maestra dice
Muchas gracias por tus consejos Beatriz, tus palabras me dan mucha calma.
Mamá y maestra dice
Muchas gracias Ayerim 🙂