Un día antes de mudarnos a la nueva ciudad, Emma tuvo fiebre por la noche, yo pensaba que era porque había estado jugando mucho con sus primos, no tenía termómetro a la mano, así que con un baño, ropa ligera y aire acondicionado amaneció muy bien. Después de sobrevivir con ella en el aeropuerto a un vuelo retrasado, llegamos a nuestro nuevo hogar y al estar esperando a recoger las maletas empezó el malestar de nuevo.
Vomito y fiebre durante todo ese día y el siguiente, la llevamos con el médico, dijo que era gastroenteritis, algo que comió y le hizo mal, seguramente las hamburguesas, pizzas o refrescos de la “fiesta de despedida”, como se iba la niña, dejaban que se comiera todo, consentidoras las abuelas y despreocupada la madre, faltaba más.
En fin, le mandaron antibiótico y baños para controlar la temperatura, pero pasó un día más y nada, ahí seguía mi bebé enfermita, sin ganas de nada, solo brazos y pecho. Empecé a sentirme desesperada porque la veía tan malita, además no sabíamos a dónde llevarla, cómo llegar a un hospital o a quien acudir, fue cuando sentí muy real el estar lejos de mi familia.
Nos decidimos en la madrugada a tomar un taxi en la calle y decirle que nos llevara al hospital más cercano, que era un materno-infantil, lleno de embarazadas maltratadas, donde nos dijeron que no podrían atendernos, que mejor fuéramos a un pediátrico, a unos 30 minutos de ahí. Imagínense mi ansiedad y estrés, todo el camino fui pidiendo a Dios que mi bebé no convulsionara por la fiebre.
Llegamos al hospital pediátrico de La Villa y para nuestra suerte estaba casi vacío, unos cuatro niños en la sala de espera y luego nosotros. Nos atendieron rápido por la fiebre y nos hicieron que nos quedáramos, pues llevaba casi 40° de temperatura. Le pusieron una inyección y mandaron poner un trapo húmedo con agua fría en la cabeza, estaba tan enferma que ni siquiera lloró cuando se lo pusieron. Veía ir y venir a otros niños con ataques asmáticos, convulsiones o cosas horribles y daba gracias a Dios porque mi bebé estaba mejorando.
Varias horas después, se empezó a quitar el trapo, eso indicaba que recobraba su vitalidad, que alegría, su temperatura bajó y por fin nos dejaron ir, ya era otro día, yo no había comido y tal vez me veía como la persona más desaliñada de la ciudad, pero que más da, mi niña estaba bien.
Espero no volver a vivir nada semejante o peor, muchos dirán que fue exageración hospitalizarla por fiebre, pero fueron órdenes de la pediatra en turno en el hospital público, así que supongo que algo querían cuidar y yo agradezco el buen trato que recibimos en esta gran ciudad donde parece que nadie es importante.
¿Alguna vez han hospitalizado a tu bebé? ¿Cómo lo viviste? Cuéntame en los comentarios.
Foto: Daniel Lobo
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Claudia Cuevas dice
Uy, fue noche de locos, insisto que muy mala bienvenida te dio la ciudad, pero veo que todo mejora MUCHO!!
Un beso a los 3 🙂
Paloma Gracia dice
Hola Isis, espero que tu bebita esté ya recuperada. Mi bebé, a los 2 meses, estuvo hospitalizado 7 días, coincidió con la Navidad. Hasta que no eres madre creo que no te puedes hacer a la idea de lo que se llega a sufrir. Sea grave o no, ver a tu hijo malito duele. Imagínate, no pude pasar las Fiestas con mi hijo mayor, tenía 2 Añitos…y yo el corazón roto. Por suerte, se recuperan pronto! Un abrazo
Mamá y maestra dice
Mi bebé ya está mejor, muchas gracias, si creo que es muy difícil como mamás verlos enfermitos y perdernos de momentos importantes, eres muy fuerte, como dices, se recuperan pronto y podemos compensar el tiempo perdido.
Karen dice
Mi niño el mayor, en ese entonces de 10 meses comenzó con fiebre, síntomas de enfermedad respiratoria, después con diarrea y vomito , fueron 3 semanas de estudios , diferentes médicos, cambio de medicamentos, hasta que llegamos al INP, ahi le diagnosticaron Sindrome o Enfermedad de Kawasaki, y nos trasladaron a centro medico nacional, estuvo 12 dias intermado, cuando llegamos ya no podia , llorar ni abrir los ojitos de tan malito que iba, poco a poco se fue recuperando, el medico nos dijo que por lo avanzado que estaba el cuadro probablemente ya no iba a hacer efecto el medicamento y que si lo hacia su corazon ya estaria dañado, gracias a Dios , salimos adelante, si quedo dañada una de las coronarias pero con monitoreo constante , estamos de alta temporal 🙂 mientras estuvimos ahi, ademas de el constante monitoreo de fiebre y que se arrancaba el suero, lo tuvieron que picar mas de 10 veces, y yo sentia morir, mientras lo llevaban a curaciones yo me quedaba llorando, es horrible, una experiencia que no se le desea a nadie, agradezco infinitamente a Dios que nos permitio salir con bien de ahi, hubo muchos pequeñitos que perdieron la batalla durante nuestra estancia y eso te rompe el corazón porque aunque el dolor no es el mismo, como madre lo entiendes y te duele tambien
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