Ahora que he regresado a trabajar, me ha tocado estar con alumnos en proceso de aprender a leer y escribir y he notado algunas diferencias entre los que gatearon cuando eran bebés y los que no. Claro, no es una muestra significativa y contando que la mayoría de estos niños tienen discapacidad, menos, pero es algo que me ha llamado la atención a lo largo de los años, por lo que decidí investigar un poco.
El gateo es un hito del desarrollo que se da generalmente entre los 7 – 12 meses. Requiere que el niño desarrolle ciertas habilidades motoras que están muy relacionadas con el aprendizaje posterior de la lectura y la escritura como:
- Coordinación cerebral ojo-mano.
- Permite crear conexiones entre los dos hemisferios del cerebro al realizar el patrón cruzado (pie derecho, mano izquierda, pie izquierdo, mano derecha).
- Desarrolla la estabilidad de los hombros y el aguantar el peso en sus manos, lo que le ayudará a tomar el lápiz de forma correcta posteriormente.
- Apoya la integración sensorial y la madurez del sistema nervioso, desarrollando las bases de una buena determinación manual, ocular, auditiva y podal.
- Desarrolla la conciencia espacial empezando por su propio cuerpo.
Algunos grandes investigadores han hecho aportaciones sobre la relación que tiene gatear y la lectoescritura:
Sally Goddard, Neuropsicóloga.
“Gatear y arrastrarse… ambos facilitan tanto la integración de información sensorial, como los sistemas vestibulares, visual y propioceptivo, todos empiezan a trabajar juntos por primera vez. Durante este período de movimiento de desarrollo, el niño adquiere el sentido del equilibrio, el sentido del espacio y el sentido de la profundidad. Es a través de arrastrarse y gatear que las actividades inmaduras de ver, sentir y moverse se sincronizan por primera vez para aportar una imagen más completa del entorno. Será el proceso de arrastrarse con las manos y las rodillas lo que acabará de desarrollar las capacidades visuales que el niño ha aprendido hasta el momento, e integrarlas con información de otros sentidos.”
Glenn Doman
“Existe una relación muy estrecha entre ser capaz de arrastrarse y gatear y converger con su visón en un punto próximo… La visión de puntos cercanos, que se ve desarrollada materialmente cuando el niño se arrastra y gatea, significa poder ser capaz de converger los propios ojos para enfocarlos juntos dentro de la distancia que existe de los ojos a las manos. Esta es la distancia a la que leemos, escribimos… Cuando no hay oportunidad de desarrollar la movilidad y se evita que los pequeños se arrastren y gateen, los efectos se hacen evidentes en otras áreas, como el caso de la visión.”
Dra. María Teresa Aldrete
“El 95% de niños que no gatean tienen problemas de lectoescritura. El 5% restante lo suple trabajando la manualidad. El gateo es un ejercicio preventivo para la lectura.”
¿Qué hacer si mi hijo no gateó?
¡Nunca es tarde! Gatear no es exclusivo de los bebés, es una forma de desplazarse y muchos niños lo hacen durante sus juegos, por eso algunos de los que no gatearon “suplen” este periodo cuando son mayores y juegan a ser caballitos, por ejemplo.
Ahora si tu niño tiene dificultades para la lectoescritura puedes hacer estos ejercicios de gateo:
- Sostener su peso sobre sus manos, poniéndolo en 4 patas, como se dice comúnmente.
- Jugar carreras gateando.
- Fomentar su equilibrio colocándose “de panza” sobre una pelota de pilates.
- Buscar cosas debajo de los sillones o mesas desplazándose por medio del gateo.
- Jugar a ser gusanos o serpientes y reptar por el piso.
- Patrón cruzado gateando y después caminando o brincando (pie derecho con mano izquierda y viceversa)
Por lo pronto yo los haré con mis alumnos y seguro avanzarán en su proceso con menos dificultades.
¿Has notado alguna relación entre no haber gateado y la lectura y escritura? Déjame tu comentario.
Foto: Ryan McDonough
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