uando me convertí en tía por primera vez, descubrí una parte consentidora en mí que no conocía. Mi sobrino fue el primer bebé de la familia en muchos años y lo disfruté mucho, jugamos juntos, le di muchos regalos, lo llevaba a pasear y muchas cosas más, creo que ha sido el niño que más he consentido en mi vida.
Pero algo pasa cuando uno se convierte en mamá, porque lo que antes veía como algo muy divertido e inofensivo, ahora se convierte en lo peor del mundo. Es más, dejamos de hacer cosas con nuestros hijos que sí hicimos con los sobrinos. Así me pasó a mí y pasé de ser la tía consentidora a la mamá preocupona, todo en cuestión de meses.
Parece difícil de creer, pero el papel de tía se vive de una manera y el de madre de otra, como que uno cambia de roles según el niño con el que esté tratando, porque siempre es más divertido experimentar la crianza con hijos ajenos porque es menos responsabilidad.
(El artículo completo fue escrito originalmente para Disney Babble)
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