Los humanos tendemos a comparar siempre las cosas que se parecen. Lo hacemos con las películas, los libros, las escuelas, las parejas y por supuesto con los hijos, aunque sabemos que no siempre es lo mejor, el instinto o la costumbre nos lleva a hacerlo de manera inconsciente.
Yo siempre dije que si tenía varios hijos jamás los compararía porque cada uno es único e individual, pero al estar embarazada por segunda vez lo empecé a hacer sin estar muy consciente de ello.
Cada vez que me preguntaban sobre mi estado, solía decir que me sentía mejor o peor que la vez pasada y recordaba anécdotas de mi embarazo anterior, me parecía hasta cierto punto normal. Hasta que me di cuenta que realmente no estaba disfrutando esta nueva oportunidad de crear vida porque me sentía más cansada, estresada y con menos capacidad de realizar mis actividades diarias. La verdad estaba viendo el segundo embarazo como una penitencia y no me parecía normal.
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